San Ildefonso en el Tiempo | Miguel Álvarez

Miguel Álvarez; posible artista del Colegio de San Ildefonso

 Maestros novohispanos en los lienzos de El Generalito 


A este acto solemne se siguió inmediatamente, por habérsenoslo insinuado,
que todos fuésemos a besar el pie a Su Santidad.
Entre los 150 hay algunos entre 60 y 70 años y son los más
jóvenes o los menos viejos, muchos de 70 a 80, y más de 15 octogenarios,
y algunos de 85 y 86; y éstos, y ya cumplidos tiene el Provincial Panizzoni.
Varios de ellos, y dos iban con su bastoncito, necesitaban ser ayudados para subir al trono,
y les ayudaban con muy buena gracia los Prelados que asistían al Santo Padre.
En el tiempo en que se leía la Bula, tuvo siempre el piadoso
Pontífice un semblante agradable y muy festivo
y alegre, como que a él le salía el gusto y complacencia
que tenía en su corazón por aquella grande obra suya
de restituir a la Iglesia la ilustre Compañía de Jesús.

P. Manuel Luengo
Diario de la expulsión

Durante el siglo XIX, la presencia de la Compañía de Jesús en México tuvo una intermitencia que fue resultado de las reacciones políticas. De este periodo aún se resguardan dos lienzos que develan el intersticio de épocas en las que se combinan la tradición y las formas de representación que ya eran distintas a periodos anteriores, clara señal de la presencia del academicismo y la renovación. Los retratos son relevantes porque corresponden al primero y sexto obispos del México independiente.

Obra atribuida al artista novohispano Miguel Álvarez.
Salón El Generalito, Archivo Colegio de San Ildefonso.

El primer retrato es José Miguel de Gordoa, estudiante del Colegio de San Ildefonso y primer obispo en 1831, después de la instauración de la República. Como colegial y seminarista estuvo a cargo de las academias de filosofía y teología. También ocupó el cargo de rector del seminario conciliar, fue canónigo magistral, vicario capitular, gobernador de la diócesis, diputado por la provincia de Zacatecas ante las cortes de España y, en el segundo congreso constituyente mexicano, fungió como presidente del congreso en 1824.

Su consagración como obispo se realizó en la iglesia del Oratorio de San Felipe Neri de la Ciudad de México, el 7 de agosto de 1851. Su lienzo fue colocado en San Ildefonso para representar la continuidad formativa de la orden jesuita y los prominentes personajes que ocupaban el espacio burocrático del clero regular en la naciente república.

Sentado en un sillón tapizado de negro, el doctor Miguel de Gordoa porta una sotana con roquete. Destaca la capa que en sus caídas exalta la jerarquía que representa, sin olvidar el solideo. Descansa en su pecho un crucifijo de plata; con la mano izquierda sostiene un libro que simboliza su dedicación al estudio y las especialidades alcanzadas a lo largo de su vida, mientras que en el guardapolvo del muro del lado derecho se aprecia la inscripción en latín que reúne sus actos más destacados.

El otro personaje es José Antonio de Zuribia, quien fuera alumno del Colegio de San Ildefonso y sexto obispo mexicano después de instaurada la República. Más tarde, en 1831, se convirtió en obispo de Durango, como destaca el grabado sobre el pedestal de la columna. Estudio filosofía y teología en el Colegio de San Ildefonso, donde destacó por su dedicación. Al regresar a su lugar de origen fue nombrado catedrático de filosofía y lo destinaron al curato de Río Nazas, además de estar a cargo del sagrario metropolitano.

Obra atribuida al artista novohispano Miguel Álvarez.
Salón El Generalito, Archivo Colegio de San Ildefonso.

El doctor José Antonio Zuribia aparece en posición sedente de tres cuartos en un sillón tallado y revestido con terciopelo, Su mirada se dirige al frente, mientras de modo sutil señala para dirigir la vista hacia la inscripción del pedestal, donde columna y cortinaje evocan la solidez de la institución a la que representa.

Sotana como base de su atavío, roquete ricamente orlado de encaje, destaca la capa enorme carmesí, sin dejar de lado el solideo; de su pecho pende un crucifijo con cadena. El retratado es un hombre joven de mirada serena que ha dedicado su vida al estudio y la iglesia.

Destaca, además, el formato de ambos lienzos, cuya tendencia es más cuadrada, a diferencia de los rectangulares de los maestros novohispanos, lo que brinda una composición con mayor amplitud de la escena, generando efectos visuales más amplios y elegantes. Así, la pincelada es más rigurosa en la representación de la psicología de los personajes, minuciosa en los detalles de atavíos y elementos de la composición.

En 2005, la Universidad Nacional Autónoma de México llevó a cabo un proceso de restauración de algunos lienzos de El Generalito, con lo que se pudo detener su deterioro. En el lienzo de José Antonio de Zuribia se encuentra inscrito el nombre de Miguel Álvarez… ¿Posible autor? Quizá un añadido posterior. El dictamen no rechaza ni lo confirma, aunque muy poco se sabe de aquel nombre, quizá solo como una pista para especialistas sobre el tema. Sin embargo, la firma es una invitación a indagar sobre el pasado y la riqueza de detalles que aún hay por descubrir en los espacios del Colegio de San Ildefonso.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.


Bibliografía:

  • Memoria de restauración 2005. México, DGPU-UNAM, 2006.
  • Pérez Sanchez, Alfonso E. Pintura barroca en España 1600-1750. Madrid, Cátedra Ediciones, 2010.
  • Vaticano de San Pedro a Francisco: 2000 años de arte e historia. México, Antiguo Colegio de San Ildefonso, 2018.
  • Walter, Ingo F. Los maestros de la pintura occidental. Una historia del arte en 900 análisis de obras. Colonia, Taschen, 2002.

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