San Ildefonso en el Tiempo | El Más Real y Antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo y San Ildefonso
El Más Real y Antiguo
Colegio de San Pedro
y San Pablo y San Ildefonso
Epicentro de educación y
forjador
de la identidad mexicanaEI siglo XVI: Educación y
metodología
Era el siglo de Salvatierra y Ugarte en la California,
de
Kino en la Pimería, de Jerónimo de Figueroa entre los
Tepehuanes y de Tomás de
Guadalajara entre la Tarahumara.
San Pedro y San Pablo. Siglo XIX © SINAFO
Después de la creación del Colegio de San Pedro y San Pablo, siguieron otros colegios menores como antesalas de formación y del camino que
los jesuitas querían trazar en un territorio inmaculado.
La ratio studiorum y la excelencia en los estudios de latinidad fueron
la base del sistema educativo instituido en los colegios jesuitas, el cual fue replicado desde
Europa y adaptado a manera de Gandía, Messina y Roma. Sin embargo,
entender la tierra y sus complejidades en la mentalidad jesuita estuvo presente y la evidencia más contundente fue la formación de los llamados Padres
Lenguas, quienes eran aquellos que aprendían la lengua originaria de los
pueblos indígenas y se daban a la tarea de traducir la literatura cristiana,
las oraciones y liturgias para facilitar la trasmisión del evangelio.
El principio de la labor educativa
jesuita era establecer el estudio de primeras letras, las escuelas de leer,
escribir y contar estuvieron destinadas a niños procedentes de todos los
estratos sociales y estamentos sin restricción, conforme iban destacando se
enfilaban en colegios que existieron desde el principio y que bajo la
instrucción de Claudio Acquaviva se reorganizaron después de 1588,
reestructuración de la que surgió el Antiguo Colegio de San Ildefonso, resultado
de la fusión de los colegios de San Miguel, San Bernardo y el colegio de San
Gregorio que se mantuvo para indígenas y mestizos.
La formación jesuita tuvo
como resultado un conocimiento del latín clásico que dicho por los padres
Maneiro, Landívar, Alegre y Abad cuando se referían a los latinistas mexicanos,
remarcaban que no tenían nada que envidiar en la pureza de las formas a los más
renombrados de Italia.
Poética y Retórica eran las disciplinas con las que el
latín se impartía en los colegios. Desde los once a los catorce años, impartían
cursos de iniciación para despertar el gusto por las letras clásicas; para
impartir estas cátedras los profesores eran elegidos también entre los más
jóvenes, para que su madurar en las disciplinas se fortaleciera con la misma experiencia de los años, no debemos
olvidar que en la época virreinal el acceso al grado de licenciado y trascender
el de bachiller, era con base en la práctica pedagógica de impartir los saberes
y el dominio de los temas, resultado adquirido como profesores.
El Colegio de San Ildefonso y el juniorado de Tepotzotlán
eran los lugares donde mejor se realizaban estas lecciones; los días de gala
para poetas y oradores eran en los inicios de las clases, en los certámenes de navidad,
las fiestas de canonización de los santos, los jubileos, las llegadas de
virreyes y prelados, entronizaciones o exequias de reyes y reinas, funerales de
personajes notables, la victoria de las armas españolas o la graduación de los
doctores.
Era así que todo jesuita por su educación se formaba como
orador, un gran predicador con estructura en gramática, oratoria y poesía,
convirtiéndose en personajes de gran elocuencia, dominio de la palabra y los
temas. Escuchar sus sermones, predicaciones y oraciones llevaban al extremo el
arrobamiento y devoción.
El cuidado en la formación clásica y latina, la
dedicación al aprendizaje de las lenguas originarias y la tradición que
generaron, pronto se verá frente al progreso de las letras en la Nueva España;
la producción literaria de Sor Juana y Ruiz de Góngora habrán de detonar el
debate en el proceso constructivo del pensamiento del que sin duda la Compañía
de Jesús no fue ajeno.
Jonatan Chávez
Historiador y
Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San
Ildefonso.
Bibliografía:- Bethell, Leslie. Historia
de América Latina. 3. América Latina colonial: Sociedad y cultura.
Barcelona, Cambridge Press University- Crítica, 1998.
- Decorme, Gerard. La Obra de los Jesuitas
mexicanos durante la época colonia.
1572- 1767. Tomo I Fundaciones,
México, Porrúa, 1941. - Lozano Fuentes, José Manuel. Historia de España. México, CECSA, 1980.
- Lynch, Jonh. La
España del siglo XVIII, Barcelona, Crítica, 1999.
y San Pablo y San Ildefonso
Epicentro de educación y forjador
de la identidad mexicana
Era el siglo de Salvatierra y Ugarte en la California,
de
Kino en la Pimería, de Jerónimo de Figueroa entre los
Tepehuanes y de Tomás de
Guadalajara entre la Tarahumara.
San Pedro y San Pablo. Siglo XIX © SINAFO |
Después de la creación del Colegio de San Pedro y San Pablo, siguieron otros colegios menores como antesalas de formación y del camino que los jesuitas querían trazar en un territorio inmaculado.
La ratio studiorum y la excelencia en los estudios de latinidad fueron la base del sistema educativo instituido en los colegios jesuitas, el cual fue replicado desde Europa y adaptado a manera de Gandía, Messina y Roma. Sin embargo, entender la tierra y sus complejidades en la mentalidad jesuita estuvo presente y la evidencia más contundente fue la formación de los llamados Padres Lenguas, quienes eran aquellos que aprendían la lengua originaria de los pueblos indígenas y se daban a la tarea de traducir la literatura cristiana, las oraciones y liturgias para facilitar la trasmisión del evangelio.
El principio de la labor educativa jesuita era establecer el estudio de primeras letras, las escuelas de leer, escribir y contar estuvieron destinadas a niños procedentes de todos los estratos sociales y estamentos sin restricción, conforme iban destacando se enfilaban en colegios que existieron desde el principio y que bajo la instrucción de Claudio Acquaviva se reorganizaron después de 1588, reestructuración de la que surgió el Antiguo Colegio de San Ildefonso, resultado de la fusión de los colegios de San Miguel, San Bernardo y el colegio de San Gregorio que se mantuvo para indígenas y mestizos.
La formación jesuita tuvo como resultado un conocimiento del latín clásico que dicho por los padres Maneiro, Landívar, Alegre y Abad cuando se referían a los latinistas mexicanos, remarcaban que no tenían nada que envidiar en la pureza de las formas a los más renombrados de Italia.
El Colegio de San Ildefonso y el juniorado de Tepotzotlán eran los lugares donde mejor se realizaban estas lecciones; los días de gala para poetas y oradores eran en los inicios de las clases, en los certámenes de navidad, las fiestas de canonización de los santos, los jubileos, las llegadas de virreyes y prelados, entronizaciones o exequias de reyes y reinas, funerales de personajes notables, la victoria de las armas españolas o la graduación de los doctores.
Era así que todo jesuita por su educación se formaba como orador, un gran predicador con estructura en gramática, oratoria y poesía, convirtiéndose en personajes de gran elocuencia, dominio de la palabra y los temas. Escuchar sus sermones, predicaciones y oraciones llevaban al extremo el arrobamiento y devoción.
El cuidado en la formación clásica y latina, la dedicación al aprendizaje de las lenguas originarias y la tradición que generaron, pronto se verá frente al progreso de las letras en la Nueva España; la producción literaria de Sor Juana y Ruiz de Góngora habrán de detonar el debate en el proceso constructivo del pensamiento del que sin duda la Compañía de Jesús no fue ajeno.
Jonatan Chávez
Historiador y
Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San
Ildefonso.
- Bethell, Leslie. Historia de América Latina. 3. América Latina colonial: Sociedad y cultura. Barcelona, Cambridge Press University- Crítica, 1998.
- Decorme, Gerard. La Obra de los Jesuitas
mexicanos durante la época colonia.
1572- 1767. Tomo I Fundaciones, México, Porrúa, 1941. - Lozano Fuentes, José Manuel. Historia de España. México, CECSA, 1980.
- Lynch, Jonh. La España del siglo XVIII, Barcelona, Crítica, 1999.
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