San Ildefonso en el Tiempo | Tomás Xuárez y Salvador de Ocampo

 Tomás Xuárez y Salvador de Ocampo
Artífices de la Sillería de San Agustín en El Generalito

 

Quemazón de la iglesia de San Agustín. Viernes 11 de diciembre […]
se prendió fuego por la plomada del reloj de la iglesia […]
y en dos horas se quemó toda la iglesia y altares, fue noche fúnebre.
 

Antonio de Robles
Diario, 1691.

 

La sociedad estamental novohispana estableció estructuras organizacionales cuyas actividades le dieran orden, de acuerdo a lo establecido en la metrópoli, mediante reglas y determinaciones que intentaban mantener el equilibrio, si bien las restricciones se generaban desde el privilegio, con lo que dejaban fuera a los integrantes de otras castas o subordinaban a los mestizos. Estas normas, en principio fueron seguidas tal cual fueron establecidas.

Tomás Xuárez, relieve sobre madera. 
Sillería del ex convento de San Agustín
Cd. de México, S. XVIII

El devenir del tiempo y la relajación de costumbres en el virreinato, abrió las puertas a creadores que pese a la limitación estructural justificada en el estamento, pureza de sangre u origen, destacaron por su habilidad, talento y dominio de la técnica. Es el caso de Tomás Xuárez y Salvador de Ocampo, artífices de la sillería del coro del Convento de San Agustín, actualmente resguardadas en el salón El Generalito del Colegio de San Ildefonso.

Es importante señalar que, a diferencia de disciplinas como la pintura o la arquitectura —que han sido revisadas por los especialistas con mayor profundidad—, la escultura del periodo virreinal no tuvo la misma atención debido a diversos factores, entre ellas que el mobiliario, así como las imágenes han sido objeto de remoción o desaparición.

Esto no significa que no existiera un desarrollo de la escultura y el mobiliario de largo alcance, todo lo contrario; sin embargo, la pérdida de patrimonio escultórico aunado a factores como el paso de tiempo y el remplazo de piezas, representan un reto complejo para el estudio en esta disciplina. Es por ello que, cuando se tiene enfrente una obra como la sillería de San Agustín, es de admirar que un mobiliario de tales dimensiones haya pervivido en el tiempo, razón que le convierte en un patrimonio invaluable, motivo de lectura permanente.

Gracias al desarrollo de la investigación, hoy se conoce que la escultura en el arte virreinal tuvo un gran desarrollo: la abundancia de maderas procedentes de las selvas y bosques americanos y asiáticos contribuyeron a su desarrollo, así como las necesidades de tallas que dieron origen a estilos escultóricos como la escuela de Guatemala o la de Quito en Sudamérica, sin olvidar las reminiscencias prehispánicas en la elaboración de esculturas hechas a base de la pasta de caña de maíz, en los primeros años de colonización en la Nueva España. Estas son algunas de las aportaciones con las que podemos contar como ejemplos extraordinarios en el proceso del desarrollo de la escultura novohispana.

En lo que respecta a los mobiliarios, desde la Edad Media hubo una gran maestría: los retablos (del latín retro tabula) servían para representar narrativas en imágenes sobre pasajes bíblicos alusivos a la vida de Jesús. Sin embargo, como resultado del concilio tridentino, el dogma mariano también quedaría asentado y la vida de la virgen tuvo gran aceptación en las representaciones de los santos a los que se les destinaba un espacio sagrado, sin olvidar su función de ser una emulación de tabernáculo en el que se resguardan los ornamentos y elementos para las liturgias.

En las sillerías de coro se reúne la funcionalidad y estilo por las tallas de relieves, decoraciones y ensamblajes de mobiliarios de calidad y resistentes. Los materiales tenían un elevado costo, por ello se les exigía a los maestros de talleres un gran dominio y habilidades probadas, pues además de ser carpinteros generaban relieves escultóricos, por lo que no se debe confundir con el oficio tan cuidado de los imagineros, quienes daban forma y expresión a las imágenes votivas.

Salvador de Ocampo, relieve sobre madera.
Sillería del ex convento de San Agustín
Cd. de México, S. XVIII

A Tomás Xuárez y Salvador de Ocampo —padre e hijo respectivamente— se les atribuye la creación de la sillería. Las relaciones laborales sostenidas con los agustinos estuvieron presentes, pero lo que más destaca es su procedencia: los artífices eran indígenas o mestizos del pueblo de Chimalhuacán de Atengo Jurisdicción de Coatepeque, lo que echa de lado la idea de que en el pasado virreinal era imposible acceder a cargos que frente a los veedores del oficio observaban el cumplimiento.

Si bien existieron ordenanzas que limitaban la labor de los indígenas, desde finales del siglo XVI las contradicciones eran constante; sin embargo, mucho dependería de la maestría y destreza en el dominio de técnica, vinculada a la observación irrestricta hacia los contratantes, que llevaban a buen término la ejecución de los encargos; desde 1687, Tomas Xuárez fue acreditado maestro escultor ante los veedores del gremio de talladores.

El contrato firmado entre la orden agustina y Salvador de Ocampo solicitaba un aval, aunque la calidad del trabajo de los escultores estaba probada, pues ellos también elaboraron el retablo mayor de la iglesia de Metztitlán —en la sierra alta de lo que hoy es el estado de Hidalgo—, con un tema dedicado a la epifanía conocida como La adoración de los magos.

La firma del contrato para la sillería del coro se llevó a cabo el 28 de mayo de 1701. Los fiadores de Salvador de Ocampo fueron Andrés de Roa y Francisco Rodríguez, ambos personajes pertenecientes al gremio de escultores.

Una de las condiciones importantes a la que se comprometía, era que todos los ayudantes contaran con la misma habilidad y calidad en la ejecución de su oficio, pues una obra de tales dimensiones no podía ser ejecutada por una sola persona. Las herramientas y materiales de trabajo como clavos y colas para su armazón corrían por parte del maestro y los agustinos se comprometían a la compra y entrega de madera de dos tipos:


Por parte de dicho reverendo padre provincial, todas las maderas que fuesen necesarias para toda la obra, así de caoba para la sillería, cuerpo de coronación, como cedros viejos para la planta y telar, fundamentos de toda obra…

Mucho se ha escrito sobre las maderas que conforman la sillería. Sin duda existe una significación iconográfica resultado de los procesos creativos vinculados a los simbolismos derivados de la teología, que en la siguiente entrega serán objeto de revisión.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.


Bibliografía:

  • García Granados, Rafael. Sillería del coro de la antigua Iglesia de San Agustín. México, Imprenta Universitaria, 1941.
  • Martínez Assad, Carlos. Legado mesiánico. La sillería del coro de San Agustín. México, UNAM, 2015.
  • Maquívar, María del Consuelo. La sillería de El Generalito en Antiguo Colegio de San Ildefonso. México, Nafin, 1997.
  • Villa, José Moreno. La escultura colonial mexicana. México, FCE, 2004.
  • Weckmann, Luis. La herencia medieval de México. México, FCE, 1983


¿Quieres saber más sobre la historia del Colegio de San Ildefonso?

        

Comentarios

Destacados