San Ildefonso en el tiempo | Miguel Cabrera (I)


Miguel Mateo Maldonado Cabrera (I)

En el año de 1753, concibieron el proyecto 
de plantear en México una Academia, a semejanza 
de las que por entonces empezaba a haber 
en España, pusieron a su cabeza a Cabrera, con 
el carácter de presidente perpetuo.
Bernardo Couto


Archivo Colegio de San Ildefonso
Miguel Mateo Maldonado Cabrera (1695-1768), mulato originario de Antequera (Oaxaca), formó parte del proceso de creación de la Academia de San Carlos (1753) y fue presidente de la misma. Trabó relación con el mecenazgo del clero secular y regular novohispano, y fue firmante de uno de los documentos más significativos: la solicitud de beneficios y aval en el estudio del ayate de Juan Diego, del que derivó la redacción del texto Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las reglas de el arte de la pintura en la prodigiosa imagen de Nuestra Sra. de Guadalupe de México (Imprenta del Real y más Antiguo Colegio de San Ildefonso, 1756).

El lienzo de El Generalito firmado por el artífice oaxaqueño corresponde a la figura de Diego Peredo, retrato hecho a manera de homenaje en 1766, dos años antes del fallecimiento de Cabrera y con motivo de la consagración del representado como obispo de la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), donde estudió gramática, filosofía y teología.

@ Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
En posición de tres cuartos, de pie, Miguel Cabrera retrató a Diego Peredo con gesto adusto, entrecejo fruncido y boca ajustada, lo que devela un carácter disciplinado y severo, contrastante con la posición de las manos —que el artista tamiza—. Esto reitera con convicción que todo lo alcanzado se lo debe a sus saberes, ya que la otra mano está colocada sobre un libro, lo cual simboliza estudio, dedicación y fortaleza puesta en la letra.

La escena que enmarca al obispo de Valladolid es un librero. Cada lomo define los saberes aprendidos por Diego Peredo y en los que se especializó; el cortinaje, alusivo al servicio de la nobleza y su escudo de familia, son símbolos reunidos de su origen. El servicio administrativo al que se consagró, ataviado con el carmesí de su rango, lleva debajo la evocación de su formación jesuita, a la que rinde homenaje la tiara de grado eclesiástico y, debajo de ella, la cartela de sus logros.

La retratística novohispana ejecutada por Cabrera y los otros pintores no solo fue resultado de una imposición. Así como en el presente se aspira a una movilidad social, en el pasado no fue distinto, pues también se buscaba un mejor lugar en una sociedad tan estratificada. Si bien las restricciones fueron muchas, también hubo maneras de hacer uso de vías establecidas para alcanzar los objetivos deseados, y los lienzos de El Generalito son evidencia de ese proceso.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.


Bibliografía:

  • Brading, David. La Nueva España: Patria y religión. México, FCE, 2015.
  • Bethell, Leslie. Historia de América Latina. Tomo III: “América Latina colonial: Sociedad y cultura”. Barcelona, Cambridge University Press - Crítica, 1998.
  • Decorme, Gerard. La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial: 1572- 1767. Tomo I: “Fundaciones”. México, Porrúa, 1941.
  • Gran Historia de México ilustrada. Tomo II: “Nueva España 1521-1750”. México, Planeta De Agostini- Conaculta -INAH, 2004.
  • Ramírez Montes, Mina. En defensa de la pintura: Ciudad de México, 1753. México, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, 1990.


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