San Ildefonso en el Tiempo | Antonio Eugenio de Melgarejo

 
Antonio Eugenio de Melgarejo
Primer rector del Colegio de San Ildefonso
después de la expulsión jesuita en la Nueva España


El que hubiere de ser maestro no ha de ser negro, ni mulato, ni indio y siendo español,

ha de dar información de ser cristiano viejo, de vida y costumbres que sea,
para que enseñen buena doctrina y costumbres a sus discípulos.
 Y esta información la ha de dar frente al caballero regidor que nombre
el Cabildo de la ciudad y ante el escribano mayor de dicho cabildo

Cabildo Real de la Ciudad de México, siglo XVIII


     FOTOGRAFÍA DE AGUSTÍN V. CASASOLA, ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA, CA. 1910. © (INV. 208768) INAH.SINAFO


Cuando el rey autorizó que al Colegio de San Ildefonso le fuese devuelta la actividad educativa, ordenó una serie de condicionantes como la purga de libros y el nombramiento del rector establecido por el Cabildo de la ciudad, que a la vez le tendría que informar directamente el estado del colegio y todo lo relacionado. 

Fue Antonio Eugenio de Melgarejo y Santaella y Lobera el primer rector del Real y Más Antiguo Colegio de San Pedro y San Pablo y San Ildefonso elegido para revirar la nave tras la expatriación de los jesuitas, con cédula real del cuatro de julio de 1774. Tenía 36 años cuando le entregaron el cargo de los colegios, e incluso le consignaron también el Colegio de Cristo ubicado en la calle de Donceles (edificio que hoy ocupa el Museo de la Caricatura).

Originario de la Ciudad de México, el padre Antonio Eugenio de Melgarejo perteneció a una de las familias más distinguidas de la sociedad novohispana. Ingresó a San Ildefonso para estudiar derecho civil y ocupó diversos cargos, entre otros, rector de la Universidad Pontificia de México (en dos ocasiones) y consultor real del Consejo de Indias. Su experiencia en la rectoría de la universidad y participación en cargos clericales le valió para ser electo y asumir el cargo.

Llevó la dirección del colegio por un periodo de cuatro años, pues en 1777 quedó establecida la figura del Colegio de San Ildefonso bajo los nuevos criterios de ser un colegio administrado por el Ayuntamiento de la ciudad y las modalidades solicitadas en su observancia por parte de la autoridad imperial. Logró alcanzar una matrícula de más de doscientos alumnos, quizás en gran medida por el pasado que aún se resguardaba en la memoria novohispana. Sin embargo, paralelas a su gestión se emitieron una serie de cédulas reales que restringían la labor docente que impedían a muchos exalumnos de la compañía ejercer el oficio de preceptores —maestros particulares—, en una acción que más que parecer reguladora del oficio, parecía ser persecutoria del último reducto de jesuitismo que en la Nueva España estaba asociado a la educación.


Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.


Bibliografía:

  • Archivo Histórico de la Ciudad de México, expedientes 15, 17, 18, y 22, Historia ramo: Fundaciones, vol. 2262.
  • Bethell, Leslie (ed.). Historia de América Latina. Tomo II: América Latina colonial: Europa y América en los siglos XVI, XVII y XVIII. Barcelona, Cambridge University   Press-Crítica, 1998.
  • Chevalier, Jean. Historia de los latifundios en México. México, FCE, 1997.
  • Decorme, Gérard. La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial.
    1572- 1767
    . Tomo I: Fundaciones. México, Porrúa, 1941.
  •  Lozano Fuentes, José Manuel. Historia de España. México, CECSA, 1980.
  •  Lynch, John. La España del siglo XVIII. Barcelona, Crítica, 1999.
  •  Velázquez, María del Carmen. Estado de guerra en Nueva España 1760- 1808. México, Colmex,1997. 


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