Maestros Muralistas | Mujeres muralistas

 

Mujeres muralistas
El muralismo desde la óptica y la mano de
 las creadoras en México


Ahora sobre el mercado. Su referencia de “magnánimo Diego” me hace reír.

Es casi tan magnánimo como Henry Ford. Tzab, Bracho y yo

lo manejamos lo mejor que podemos, pero no le escriban a Mrs. Millán

 ni le pidan nada a Diego. Es un hipócrita y está tratando de obtener

el cubo de la escalera, que te fue asignado, nos ama, pero eso es puro veneno. 

Pablo O´Higgins

Carta del pintor a Grace y Marion Greenwood


En 1926 murió Mary Cassat, pintora de origen norteamericano que trabajó al lado de los grandes impresionistas del último tercio del siglo XIX. Con su exotismo japonizantey dedicación le permitieron conquistar la pintura europea.

Marion Greenwood, brocha en mano,
 en Esoteric Survey. © Shalat

El capítulo de la historia de las muralistas mexicanas tiene sus peculiaridades: empieza en la década de los treinta del siglo XX con el gobierno de Lázaro Cárdenas, y fue resultado del impacto o que tuvo el muralismo en el extranjero, principalmente en los EE. UU. Pintoras como Ione Robinson, las hermanas Marion y Grace Greenwood, Ryah Ludins, Lucienne Bloch y Eleanor Cohen son algunas artistas que conocieron el movimiento muralista a través de Mexican Folkways

Las muralistas pioneras iniciaron de diversas maneras. Algunas, como Rina Lazo, fueron asistentes de Diego Rivera y sometían su obra al ojo crítico del muralista. Pablo O´Higgins fue otro referente para visualizar a las mujeres dentro del muralismo: con una mentalidad más abierta, el muralista norteamericano de origen irlandés fue quien las impulsó a venir. Cuando hubo oportunidad, las ayudó a integrarse a proyectos impulsados por el gobierno para que el muralismo se desarrollara en el interior del país, con más espacios en donde las mujeres comenzaran a dialogar de manera franca y directa con el arte.

Aurora Reyes (1908-1985), Marion Greenwood (1909- 1970), Fanny Rabel (1922-2008) y Rina Lazo (1923-2019) ejecutaron pinturas murales que el sesgo de la crítica y de la investigación dejaron de lado, a pesar de que su obra tiene presencia en recintos importantes como museos, oficinas de sindicatos, hospitales y auditorios, bajo la idea primigenia de que el muralismo estaba destinado a ocupar los espacios públicos y dirigido a todos los mexicanos.

Uno de los primeros espacios intervenidos por las muralistas fue el mercado Abelardo L. Rodríguez, que en 1934 se proyectaba como el modelo de mercado ejemplar, donde se pondría fin al desorden comercial de la capital. Ahí, la obra de las hermanas Grace y Marion Greenwood se puede apreciar en el cubo de las escaleras del otrora Colegio Jesuita de San Gregorio.

Mas tarde, Aurora Reyes intervino el Centro Escolar Revolución, una primaria cuyo modelo de educación socialista apostaba por la formación multidisciplinaria; la escuela fue entregada a los integrantes de la LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios) entre los que figuraron Raúl Anguiano y el propio Pablo O´Higgins entre otros. Reyes realizó un mural titulado Ataque a los maestros rurales y, años más tarde —en 1962— en la sede del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ejecuta un mural donde la presencia de lo masculino y lo femenino se reúnen de manera equilibrada: Diego Rivera, Rosario Castellanos, Nezahualcóyotl, Sor Juana Inés de la Cruz y Hernán Cortés componen un diálogo entre el pasado  y el presente, el arte, la literatura y la política como elementos de gestión para la fundación de una nueva posibilidad como Constructores de la cultura nacional.

En la década de los cuarenta, con los Gobiernos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán, la presencia y poder de los tres grandes (Rivera, Siqueiros, Orozco), rebasó todo límite: los grupos y asociaciones conformados una década atrás se habían disuelto o debilitado, pero el gobierno se dio a la tarea de apoyar comisiones de proyectos individuales. Uno de ellos fue el de la pintora Frida Kahlo, quien encabezó un grupo de artistas denominado los friditos: la pulquería La Rosita y La Casa de la Mujer en Coyoacán (cooperativa en la que se apoyaba a mujeres solteras y de escasos recursos), fueron espacios intervenidos por artistas, entre ellas María Izquierdo y la pintora polaca Fanny Rabel. Esa participación alcanzaría una fuerte presencia en la década de los sesenta.

La pintora y muralista Rina Lazo.
©Secretaría de Cultura

En el Museo Nacional de Antropología e Historia, Fanny Rabel reúne en una Ronda en el tiempo (1962) dos aspectos: la importancia de la educación en el tiempo y su trascendencia para la modelación de la identidad y cultura de los pueblos: a manera de una ronda, juegan los niños de una y otra época; entre ambos extremos se entrelazan presencias esenciales de la cultura mexicana, el Calmécac y una niña que representa la continuidad y lo efímero.

Hoy se vuelve necesaria la investigación para rescatar del pasado todo lo relacionado a la labor creadora de las muralistas mexicanas e incorporarla al bagaje de la historia del arte mexicano del siglo XX. Es necesario para salvar los vacíos documentales, derribar los complejos y poner en medida real la labor de investigación para hacer que su historia y divulgación sean aún más amplias, equitativas y horizontales. Solo así podrá haber un aprendizaje completo y equilibrado, necesario y justo; la asepsia cultural no hace bien a nadie.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.


Bibliografía:

  • Libros pintados: Murales de la Ciudad de México. México, Artes de México, 2015.
  • La pintura mural en los centros de educación de México. México, SEP, 2003.
  • Tres siglos de grabado de la Galería Nacional de Arte de Washington. Antiguo Colegio
    de San Ildefonso, 2017.
  • Pablo O´Higgins, voz de lucha y arte. México, Antiguo Colegio de San Ildefonso, 2005.

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