Maestros Muralistas | Orozco y sus murales en la ENP
José Clemente Orozco y sus murales en la Escuela Nacional Preparatoria (I/III)
En México, después del Hospicio Cabañas pintado en 1937, el Colegio de San Ildefonso es el inmueble que cuenta con la mayor cantidad de metros cuadrados de murales realizados por José Clemente Orozco.
Con un bagaje basado en sus estudios en Agronomía y en la Escuela
Nacional de Bellas Artes, José Clemente Orozco llegó a la Preparatoria de San Ildefonso para pintar sus
murales. Su obra se caracteriza por una fuerte influencia academicista y
humanista. Un ejemplo es su obra Los dones que el hombre recibe de la naturaleza.
Integrado en siete subtemas: La virginidad, La juventud, La gracia, La belleza, La inteligencia,
El genio y La fuerza (además de una composición secundaria
titulada Adolescencia), el proyecto
inicial de Orozco quedó registrado en un documento intitulado Decoración del
muro norte y el patio de Pasantes de la ENP, texto que, como refiere Alma Lilia Roura, constata que la idea
inicial era revestir por completo los muros del Colegio; sin embargo, las
circunstancias políticas y sociales propiciaron que el proyecto tomara otros caminos.
A diferencia de sus compañeros, la visión nacionalista de Orozco radicaba
en una especie de aportación y continuidad con la historia universal, que
distaba mucho de las controversias del momento, en las que, o se
adoptaban posturas indigenistas, o se negaba el pasado, puesto
que para algunos el mestizaje y el indigenismo representaban la semilla de
todos los males de una nación progresista.
Orozco pensaba que había dos formas de expresión: un arte universal mayor
practicado por la humanidad a través de los tiempos, que se ha perfeccionado de
tal manera que las generaciones lo aprenden y lo enriquecen con su propia aportación
estética e intelectual; y otro arte, supeditado a la cotidianidad, a épocas y
generaciones, trastocado por las modas y gustos regionales, caprichoso y pasajero.
Para él, este último era valioso, mas le resultaba inconcebible que sus
cualidades trascendieran al primero.
A José Clemente Orozco le parecía más nacionalista un pintor que bajo la
tradición italiana podía realizar su arte con técnica y oficio, que aquel que
pretendía insertar en su obra a la clases bajas o populares bajo el argumento de
que ahí radicaba la esencia del pueblo:
[…] aquel que se emboba con los jarritos y cazuelas nacionalistas muy
propios para decorar la cocina, pero no el salón y menos la biblioteca o el
laboratorio […]
Resulta comprensible entonces el porqué de las posturas de Orozco, pues,
como hemos visto, no había unidad en el discurso de lo que se quería plasmar en
San Ildefonso. Por un lado, Vasconcelos invitaba a los artistas a trabajar con
libertad, por otro, ellos se enfrentaban a sus propios retos y constructos
sobre la identidad nacional, cargados de prejuicios y posturas contrarias a las
de sus colegas; un elemento adicional en
las discordias del muralismo de esta etapa.
Sin embargo, una virtud que debemos reconocer, y que hasta el día de hoy representa
un elemento distintivo de la obra de José Clemente Orozco en el Colegio de San
Ildefonso, es el profundo sentido de universalidad que abarcan sus obras, temas y composiciones, y la manera en que los resuelve: el combate de tres
hombres en un trinchera luchando por sus ideales y por su vida contra un
soldado cegado por la demagogia, aún estremece una parte de nuestra condición
humana.
Jonatan Chávez
Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del
Colegio de San Ildefonso.
Bibliografía:
- Matute, Álvaro. La revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida Cultural y política 1901-1929. México, Océano, 2002.
- Orozco, José Clemente. Autobiografía, México, Ediciones ERA, 2007.
- Roura, Alma Lilia. Olor a tierra en los muros. México, EDUCAL, 201.
- Tibol, Raquel. José Clemente Orozco: Una vida para el arte. México, F.C.E. 2009.
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