San Ildefonso en el Tiempo | El retrato

El retrato en los lienzos del salón El Generalito


Investigadores como Jaime Cuadriello, Clara Bargellini, Rogelio Ruiz Gomar señalan que el Colegio de San Ildefonso estuvo revestido de lienzos ejecutados por los pintores más destacados del periodo virreinal, como Miguel Cabrera, José de Alcíbar, Andrés Torres y Francisco Antonio Vallejo; una prueba de que la Compañía de Jesús no solo fue mecenas de talleres gremiales.

Foto: Víctor de Reza

Los veinte lienzos que aún se resguardan en el salón El Generalito, de los cuales solo se conoce a los autores de cuatro de ellos, nos ofrecen valiosos referentes para entender la complejidad de un mundo lleno de rituales y protocolos, que tenía como finalidad exaltar las cualidades de la persona representada.

Cuando miramos un retrato de la pintura novohispana, debemos considerar varios elementos significativos: por un lado, se podían realizar en vida o post mortem (a la memoria del representado, como el dedicado al padre Pedro Sánchez); por otro lado, sus cartelas complementaban la vida del personaje, en este caso, la exposición se encuentra bajo el anagrama de la compañía IHS (Iesus Homine Salvatore). Este cuadro muestra al padre ataviado con sotana talar, el hábito jesuita usado desde Ignacio de Loyola; el bonete borlado en color blanco, que especifica sus estudios en teología, y en la mano izquierda los Ejercicios espirituales escritos por el fundador de la orden.

Foto: Víctor de Reza

La demostración de atributos era esencial, como se muestra en el retrato de José Antonio López Portillo, criollo destacable por su habilidad y provecho del estudio. En su cartela se suscribe que, por tres días consecutivos, sostuvo disertaciones en las que sorprendió a todos por su enorme conocimiento, tanto que la Real y Pontifica Universidad de México lo laureó con el grado de bachiller en las cuatro disciplinas representadas sobre sus hombros.

Del taller de Miguel Cabrera se conserva el retrato del padre Diego Peredo, realizado en 1767, el mismo año que la Compañía fue expulsada de la Nueva España. Canónigo, gramático y teólogo, el padre Peredo ocupó varios cargos eclesiásticos, de ahí su atavío carmesí, exclusivo de personajes pertenecientes al clero secular; la mitra sobre la mesa nos señala que prefirió la labor administrativa al oficio de obispo en Valladolid, hoy Morelia, a pesar de que más tarde aceptó el obispado de la iglesia de Cartagena de Indias.

Alumno del maestro Cabrera, José de Alcíbar ejecutó el cuadro del padre José Pereda y Chávez que, por su atavío, sabemos que ejerció tareas administrativas de la Orden. El cortinaje muestra que también fue juez de la real audiencia y que formó parte de la junta de enajenaciones para notarizar y revisar todo lo incautado a la Compañía, después de la expulsión.

Andrés López, un artista al servicio de la Orden y formado en la Academia de San Carlos, realizó el cuadro del padre Cayetano Antonio de Torres, quien inauguró el salón de actos donde se resguarda su lienzo hasta el día de hoy.

La Compañía se esmero en exhibir a los personajes sobresalientes de su época, obsesionados por proyectar un rostro en el que el refinamiento y la educación eran el resultado de instituciones y de creencias sólidas. Con ello, se logró que fueran reconocidos en el exterior como un ejército a favor de la fe, mientras que, al interior, mantenían con su ejemplo la práctica irreprochable de los códigos éticos y sociales.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.

 
 
Bibliografía:
  • Decorme, Gerard, La Obra de los Jesuitas mexicanos durante la época colonial. 1572- 1767. Tomo I Fundaciones, México, Porrúa, 1941.
  • Rishel, Joseph J. y Suzanne Stratton-Pruitt (comps.), Revelaciones. Las Artes en América Latina 1492- 1821. México, F.C.E.- ACSI, 2007.
  • Ruiz Gomar, Rogelio. El retrato novohispano en el siglo XVIII. México, Museo Poblano de Arte Virreinal, 1999.
  • Vargaslugo Elisa. “El Real y Más Antiguo Colegio de San Ildefonso”, en Antiguo Colegio de San Ildefonso, México, NAFIN, 1997.

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