Maestros Muralistas | Gerardo Murillo (Dr. Alt) [II]

Gerardo Murillo (Dr. Atl) [II]

Médico partero del muralismo mexicano

 

En aquellos talleres nocturnos donde oíamos la entusiasta voz del Doctor Atl, el agitador, empezamos a sospechar que toda aquella situación colonial era solamente un truco de comerciantes internacionales; que teníamos una personalidad propia que valía igual que cualquiera otra. Debíamos tomar lecciones de los maestros antiguos y de los extranjeros, pero podíamos hacer tanto o más que ellos. No soberbia, sino confianza en nosotros mismos, conciencia de nuestro propio ser y de nuestro destino.

José Clemente Orozco


Gerardo Murillo "Dr. Atl", retrato. Ciudad de México (1925)
© Instituto Nacional de Antropología e Historia

Con gran sensibilidad y a su manera, Gerardo Murillo se apropio de todo lo que vio durante su estancia en Europa, como demostró cuando supo traducir el dinamismo vibrante de los impresionistas y las reminiscencias de pintores de otros tiempos, con el propósito de despertar la creatividad de una generación completa que pronto generaría el movimiento plástico más importante del siglo XX: el muralismo mexicano.

En diciembre de 1903, cuando Murillo regresó a México, se encontró con un país bajo la norma de la “paz y orden” porfirianas, con el positivismo acuñado por los “científicos” del régimen, y una silente inconformidad visible en los ámbitos político y social. El Doctor Atl no desaprovechó esta situación, pues estableció sus lecciones de dibujo y pintura en clases nocturnas que cambiaron la visión de los jóvenes creadores.

Entusiasta, Murillo invitaba a sus alumnos a dejar la imitación y las aspiraciones de replicar todo lo europeo, si bien les transmitía lo impactante que era ver revestidas iglesias y conventos con frescos y murales ejecutados hace más de cuatrocientos años por los grandes artistas del Renacimiento.

Los trazos del Dr. Atl eran enormes: cuerpos y formas de dimensiones que se salían de caballetes de formato rígido. Siempre creativo, en sus lecciones utilizaba los colores creados por él mismo, pigmentos secos a la resina que podían ser usados lo mismo en tela, metal, o una roca del Popocatépetl.

Así, despertó en los artistas la búsqueda de su propia expresión. Los procesos de modelado para educar la mano y el trazo dejaron de ser repetitivos y optó por captar el movimiento con la finalidad de encontrar el estilo de cada estudiante. En sus reuniones nocturnas germinó el brote revolucionario: el primer disparo del cambio fue con pinceles y no con rifles.

En 1910, en el marco de la celebración del centenario de la Independencia, el gobierno mexicano organizó una exhibición conmemorativa con pintores españoles para la cual se diseñó un pabellón frente al desaparecido Hotel Regis. La reacción no se hizo esperar: como un mar desbordado, un grupo de creadores comandados por Atl logró obtener un presupuesto —nunca comparado con el destinado a las exposiciones del gobierno—, con el cual se logró hacer una muestra de jóvenes pintores mexicanos.

En ese entusiasmo, el doctor Atl dio origen al Centro Artístico, grupo de artistas cuyo objetivo principal era gestionar muros de los edificios públicos para pintar y presentar exposiciones. Un recinto solicitado para la ejecución de estos trabajos fue el recién inaugurado Anfiteatro de la Preparatoria de San Ildefonso. El Ministerio de Instrucción concedió el espacio donde se comenzaron a hacer los preparativos y montar andamios. La aventura inició en septiembre de 1910, pero las balas que se desencadenaron en noviembre de ese año lo pospusieron una década más.

Como es sabido, con la llegada del primer gobierno postrevolucionario y el auspicio de José Vasconcelos como secretario de Educación Pública, el proyecto muralista fue retomado para iniciarse en la preparatoria, como lo había gestionado el Dr. Atl, pues a pesar de ya no estar a la cabeza, a él se le debía la idea primigenia.

El muralismo no solo ha sido uno de los movimientos pictóricos más importantes del siglo XX: como proceso de creación, se suma al bagaje de la historia del arte mexicano y del mundo, como una posibilidad más de abrevar de la riqueza milenaria con la que está constituida la historia y la cultura generada en México.

Dr. Atl (Gerardo Murillo) Pricutín, 1943 © Colección Andrés Blaisten

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.


Bibliografía:

  • Arte Moderno de México. 1900-1950. México, Antiguo Colegio de San Ildefonso, 2000.
  • Catálogo comentado del acervo del Museo Nacional de Arte. Pintura del siglo XIX. Tomo I: “México”, Conaculta-INBAL, 2002.
  • Los Modernos. México, MUNAL- Museé des Beaux-Arts de Lyon, 2016.
  • Matute, Álvaro. La revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida cultural y política 1901-1929. México, OCEANO, 2002.
  • Museo Nacional de Arte. México, INBA, 2003.   Orozco, José Clemente. Autobiografía. México, Ediciones ERA, 2007.
  • Ramírez, Fausto. Modernización y Modernismo en arte mexicano. México, UNAM, 2008.   Sáenz, Olga. El símbolo y la acción. Vida y obra de Gerardo Murillo, Dr. Atl. México, UNAM, 2012.

¿Quieres saber más sobre la historia del Colegio de San Ildefonso?

Comentarios

Destacados