Maestros Muralistas | Diego Rivera: la técnica en La Creación

Diego Rivera: La técnica de la encáustica en su mural La Creación




En el verano de 1921, Diego Rivera se embarcó en el puerto de Saint Nazaire en dirección a México, con la firme intención de realizar algún otro trabajo, además de las pinturas que José Vasconcelos le había solicitado previamente durante su residencia en Europa. Así, la segunda obra comisionada fueron los murales de San Ildefonso. El hilo conductor del mural de Rivera reside en la creación, entendida como génesis del universo, posibilidad de una estética propia y nueva, pero también vinculada a lo universal.

El mural de La creación muestra las influencias técnicas de artistas italianos como Giotto o Rafael; sus líneas y trazos enuncian una fuerte referencia al mural de la Iglesia de San Severo de Perugia, que reúne uno de los motivos que José Vasconcelos deseaba: la construcción de una identidad nacional con orígenes universales. Es importante mencionar que el mural de La creación formaba parte de una composición alegórica más compleja que incluía al salón de actos, y que llevaba el título de La historia esencial del hombre.

Los primeros bocetos y trabajos preparatorios comenzaron en noviembre de 1921, y la técnica elegida fue la encáustica, misma que aplicó con un profundo conocimiento. En sus memorias, Diego Rivera cuenta que primero realizó toda la composición en dibujos, distribuida por jornadas; luego, ya cuando el cemento estaba seco, la trasladó al muro.

Después, a golpe de cincel, delineó uno a uno los elementos del mural. Terminado este proceso, aplicó una capa de cera de copal, una variante propia del artista, pues en el viejo mundo se usa la cera de abeja. El muro lo calentó con un soplete, para así aplicar los tejos de copal mexicano usado desde tiempos precolombinos.

Resina amarillenta y espesa de elemí, esencia de lavanda o espliego y petróleo fueron los aglutinantes para diluir los pigmentos que, mezclados en la cera de copal, mantenía calientes a baño maría para lograr la textura pastosa con la que le gustaba trabajar.

Colocaba estos pigmentos en una paleta cromática de hierro caliente que evitaba que la textura se endureciera; aplicaba los colores con pincel sobre el muro y se hacia la cauterización del proceso con el soplete a fuego regulado. De este modo, llegaba al retoque hasta quedar como él deseaba, nunca en frío. En caso contrario, usaba estiques de metal calientes, sin embargo, la precisión del trabajo y la obsesión por el detalle lo llevaron a usarlos muy poco. Todo ello lo podemos ver en infinidad de imágenes que retratan el proceso de ejecución de Rivera.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía:
  • Lozano, Luis- Martin y Coronel Rivera, Juan Rafael. Diego Rivera. Obra Mural Completa. Alemania, Taschen. 2010.
  • Matute, Álvaro. La revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida Cultural y política 1901-1929. México, Océano, 2002.
  • Ramírez, Fausto. Modernización y Modernismo en arte mexicano. México, UNAM, 2008.
  • Roura, Alma Lilia. Olor a tierra en los muros. México, EDUCAL, 2010.

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