San Ildefonso en el Tiempo | El bando de expulsión y proceso de extrañamiento de la Compañía de Jesús

El bando de expulsión y proceso de extrañamiento de la Compañía de Jesús
Primera parte 

¡Viva el rey, muera Esquilache!

Consignas de los amotinados en Madrid, 1766


Podría decirse que los conflictos entre España y Portugal existieron desde su origen, y en América se intensificaron, la partición del Tratado de Tordesillas (1494) no dejó satisfechos ni mucho menos conformes a los presuntos implicados. El tiempo siguió su marcha, pero siempre hubo algo irresoluble en aquel reparto.

Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache.
 Biblioteca Histórica Municipal de Madrid, ca. 1766
Justo a la mitad del siglo XVIII, en 1750 se celebró en Madrid un tratado entre ambos imperios para poner fin a diversos conflictos; entre los temas a resolver estaba el contrabando fomentado por Portugal y su aliada Inglaterra desde los asentamientos de Colonia, a cambio de territorios en las márgenes del río Uruguay donde estaban asentadas siete misiones jesuitas. Sin embargo, lo que parecía ser un tema de intercambio de regiones, escondía un entramado de desconfianza y abuso que llevó a la rebelión guaraní de 1754, donde lo que surgió como antecedente fue que los conspiradores de aquella revuelta habían sido jesuitas con la pretensión de fundar una república.

Esta asonada fue aplacada en 1761, y ya con la firma de Carlos III se acordó respetar las líneas limítrofes; sin embargo, las disputas entre España y Portugal siguieron hasta la expulsión de la orden, quedando establecida la paz y libre ya el territorio con el Tratado de San Ildefonso de 1777.

Por otro lado, las reformas borbónicas en todo el imperio representaron un giro de tuerca de 180 grados, incluidos los códigos sociales de comportamiento y vestimenta que fueron modificados, mientras en la Ciudad de México se restringió el repique de campanas o procesiones, así como la imposición de uso de vestimenta para distinguir a cada “tipo o casta social”. En Madrid, la moda afrancesada introducida por influencia borbónica, puso a los españoles de cabeza y reaccionaron con el reavivamiento cultural conocido como majismo, una moda apropiada por la aristocracia que se volcó con entusiasmo por el uso de peinetas, mascadas y mantones de Manila sobre las pelucas, chorreras, tricornios, miriñaques y casacas francesas; Manolos y Manolas mostraban orgullosos su origen castizo y su predilección por los fandangos y la tauromaquia.

Carlos III había probado la habilidad de varios personajes para ocupar cargos, entre ellos a Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache a quien nombró ministro de Hacienda, Guerra y Marina. Sin embargo, muchas de las medidas impuestas por el marqués no fueron bien recibidas por el grueso de la población, que no sólo vieron una imposición de leyes, sino la imposición de un extranjero sobre el orgullo e identidad españolas.

La situación llegó al límite cuando en la ciudad de Madrid, en marzo de 1766, la población se amotinó después de prohibirse a los nobles españoles ir embozados, dejar de usar el habitual sombrero de ala ancha y capa, además de las espadas, que hacían de las calles escenarios donde se libraban afrentas que culminaban en duelos a muerte con consecuencias lamentables. La población enfurecida fue hacia la casa de Esquilache, la cual fue saqueada e incendiada. El motín lo adjudicaron a los jesuitas, que no veían con buenos ojos los cambios. El rey destituyó al Marqués de su cargo y un año después, decretó el extrañamiento de la Compañía de Jesús de todos sus territorios (febrero de 1767).

Sin embargo, todo fue un cúmulo de distintas acciones: años de malas cosechas, alza en los precios, nuevos impuestos y por supuesto la afrenta al sentido identitario español de ser gobernados por extranjeros; después de todo, el reordenamiento y reformismo en la historia ha tenido costos sociales, que siempre han sido difíciles de aceptar por quienes los viven.

En el ámbito internacional no debe dejarse de lado que el origen de la compañía de Jesús se había dado en el marco de una fisura religiosa muy importante, apoyados por la iglesia católica combativa del siglo XVI, representaron el espíritu de la contrarreforma, pero al paso del tiempo el protestantismo encontró cabida en reinos y monarcas que lo abrazaron e hicieron permisivo, por lo que a mediados del siglo XVIII, podría decirse que el jesuitismo era más visto como un obstáculo a vencer que un apoyo. El despotismo ilustrado no veía con buenos ojos el manejo interno de la orden y la iglesia había cambiado su papel por uno más diplomático y negociador en los asuntos europeos que le permitiese mantener su poder, que no deseaba perder por sostener los intereses de la orden, y mucho menos sus alcances en más de doscientos años de existencia.

Aunque todas estas acciones reunidas no pesaban suficientemente para considerarse necesaria la expulsión, tampoco ha sido sencillo explicarla, pues en realidad la remoción de la Compañía es resultado del propio contexto geopolítico del siglo de la ilustración. Los cambios en el manejo de la política interna del imperio español, que si bien por un lado vio la apremiante necesidad de enderezarlo todo y establecer nuevas leyes, por otro, fue ajeno a entender la evolución en los procesos internos de adaptación y desarrollo de sectores como el educativo, pues la labor hecha por parte de los jesuitas no habría de ser valorada a cabalidad y no se permitiría entender el vacío que dejó, hasta el momento de hacer la incautación de los bienes y los espacios ocupados por la orden en todos los rincones del imperio español.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía: 

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  • Lynch, John. La España del siglo XVIII. Barcelona, Crítica, 1999. 
  • __________. España bajo los Austrias. Barcelona, Crítica, 2010.
  • Lozano Fuentes, José Manuel. Historia de España. México, CECSA, 1980.
  • Decorme, Gérard. La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial. 1572- 1767. Tomo I: Fundaciones. México, Porrúa, 1941.
  • Chevalier, Jean. Historia de los latifundios en México. México, FCE, 1997.

 

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