San Ildefonso en el Tiempo | Juicio del Cabildo

Juicio del Cabildo de la Ciudad de México para devolver al Colegio de San Ildefonso su función educativa


…así el número de becas que se proveen por el vice-patrono y los colegiales que entran pagando su diario y así mismo del fondo de fincas y ventas de dicho Colegio las dotaciones de los catedráticos, sus sueldos y de los demás empleados en su dirección, como también razón de los efectos y rentas de las insinuadas cofradías del Corazón de Jesús y María y su aplicación lista del libros que se han aplicado en la biblioteca del Colegio y un índice de lo que ha expurgado por laxa doctrina con todo lo demás que conduzca para que el enunciado mi Consejo esté instruido de ello y pueda en lo sucesivo dar la providencias que estuviesen convenientes por ser así mi voluntad…

Yo, el Rey (Carlos III) 
Fechado en San Ildefonso (Madrid), 26 de septiembre de 1773.


Después de la expulsión de la Compañía de Jesús poco se indaga sobre qué pasó con el Colegio de San Ildefonso. Sin embargo, en el acervo documental del Archivo Histórico de la Ciudad de México “Carlos de Sigüenza y Góngora” —específicamente en el ramo Fundaciones—, se encuentra el volumen 2262, con los expedientes 15, 17, 18 y 22 de la Sala Capitular del Ayuntamiento de la Ciudad de México (lugar desde donde se emitían los escritos del Cabildo), resguardando la documentalia que muestra un litigio en el que se hizo todo lo posible para impedir que la Fábrica material (como le llamaban al inmueble del Colegio) sirviera de cuartel para el cuarto batallón del Regimiento de Flandes.

Anónimo. Alegoría de la Compañía 
de Jesús y su labor misional 
en los cuatro continentes.
 Artes de México, 2003.
Este es un pasaje de la historia del Colegio poco atendido en su análisis: la mayor parte de investigadores y especialistas constriñe o concluye sus trabajos al momento de la expulsión. Sin embargo, lo más importante de este momento es que el cabildo se enfrentó al monarca en un litigio con la finalidad de devolverle la condición de espacio educativo, un lugar que en cada documento se expresa, por el profundo significado que tenía para la sociedad novohispana. 

En los días posteriores a la expulsión, el Cabildo sesionó en la sala capitular en la cual redactaron una carta dirigida al virrey Marques de Croix, donde le hacen saber el historial educativo del Colegio, desde su fundación hasta el día del extrañamiento; es probable que el virrey solo lo conociera de manera somera, pues su llegada al Virreinato había sido en agosto de 1766 y pronto se ocupó del retomar el proceso de inserción de milicias y más tarde la expulsión. El Cabildo veía profundo autoritarismo en la instrucción de ocupación de las temporalidades jesuitas; una de las observaciones que hacía el Cabildo al virrey era que al momento de ocupar el colegio, éste no fuese objeto de alteraciones físicas en su fábrica es decir, estructura, pues en costo había alcanzado un monto de 400 mil pesos de los cuales 300 mil procedían de las pensiones de los estudiantes.

El llamamiento generado no solo radicaba en la ya incomprensible acción del extrañamiento de la orden, asunto que ya de facto sabían no habría de resolverse; sin embargo, el hecho de la ocupación para un fin con el cual no fue creado era algo inconcebible, no había existido familia novohispana que no hubiese gozado o tenido en el colegio a alguno de sus integrantes y por tanto que hubiese contribuido de algún modo al engrandecimiento del edificio, no solo material sino educativamente.

Por lo tanto, solicitaban al virrey la sensibilidad de mantener y ser cuidadosos con el edificio. Esto sucedía el día siete de julio de 1767; sin embargo, a los dos días la respuesta no cambió en tono ni en determinación, pues el Marqués de Croix decidió que no era de incumbencia del Cabildo saber cuál era el ánimo con que el rey había tomado aquella decisión, y que era mejor (por el bien de la patria, en este caso la Nueva España), no seguir en el asunto, pues resultaría arriesgado insistir, esto con un tono muy claro de amenaza de consecuencias terribles para todos.

El intercambio de correspondencia fue intenso, pero la altivez e intransigencia del virrey los llevó a saltarse su canal de comunicación y se dirigieron al rey con fecha del 27 de julio de aquel año; siempre con el protocolo y cortesía que caracterizaba el lenguaje burocrático con la metrópoli, en los documentos exponen y proponen diferentes soluciones para evitar modificar el uso del espacio educativo de San Ildefonso.

El Cabildo tenía muy claro que no sería fácil enfrentarse a tal decisión del monarca. Sin embargo, el litigio duró más de cinco años. Existen distintas razones que hacen comprensible la tardanza: la primera, que las juntas de temporalidades designadas por el rey Carlos III para hacer acopio y registro de los bienes de la compañía, no se dieron sino hasta 1769, dos años después de la expulsión, y la secularización emitida por el papa Clemente XIV —que ponía fin a la Compañía de Jesús— se efectuó en 1773.

Algo que resultaba extraño dentro de todo el proceso era la falta de testimonios en contra de la compañía, no porque no existieran; sin embargo, enfrascarse en una pugna con la máxima autoridad para devolver la condición que hasta ese tiempo había tenido, deja ver que el aprecio e importancia de lo que San Ildefonso representaba, lo que ameritaba ir hasta las últimas consecuencias, incluso la de despertar la furia de su majestad.

Cuando la resolución de Carlos III fue dictada corría septiembre de 1773, si bien llegó al virreinato en febrero de 1774, a favor de devolver al Colegio su condición, bajo las siguientes instrucciones: depuración de la biblioteca y eliminar todo aquello que fuese laxo o subversivo, designar a un supervisor para registro de todos los bienes resguardados o donados a las congregaciones cofrades que llevaban el nombre de Sagrado Corazón de Jesús y María y de los Dolores, para dar uso en la congregación y en obras pías. Designar a un vice-patrono que tuviese la misión de informar directamente al rey sobre los movimientos y decisiones al interior del colegio con lo que se avalaba el Real Patronato con que había sido fundado el colegio. Tomadas estas medidas, el colegio podía volver a su función y las rentas que en todo ese tiempo habían caído y volver a las arcas del colegio para su funcionamiento.

No obstante, pasaron cinco años y algunos de los legajos que le preceden a este archivo están ilegibles o sin acceso a préstamo, pero los que existen nos permiten revisar las complejidades materiales a las que se enfrentaría el colegio en los años subsecuentes, pues ante la pérdida de gran parte de sus acervos comenzarían a eclipsar el fulgor intelectual que por más de doscientos años el Colegio de San Ildefonso representó para la sociedad novohispana, que veía en su fábrica uno de los referentes más importantes de la educación en la Nueva España. 

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía:

  • Archivo Histórico de la Ciudad de México: Expedientes 15, 17, 18, y 22. Historia ramo: Fundaciones, vol. 2262.
  • Bethell, Leslie (ed.). Historia de América Latina. Tomo II: América Latina colonial: Europa y América en los siglos XVI, XVII y XVIII. Barcelona, Cambridge University Press-Crítica, 1998.
  • Chevalier, Jean. Historia de los latifundios en México. México, FCE, 1997.
  • Decorme, Gérard. La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial. 1572- 1767. Tomo I: Fundaciones. México, Porrúa, 1941.
  • Lozano Fuentes, José Manuel. Historia de España. México, CECSA, 1980.
  • Lynch, John. La España del siglo XVIII. Barcelona, Crítica, 1999. 
  • __________. España bajo los Austrias. Barcelona, Crítica, 2010.
  • Velázquez, María del Carmen. Estado de guerra en Nueva España 1760- 1808. México, Colmex,1997.


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