Maestros Muralistas | Fermín Revueltas - Alegoría de la Virgen de Guadalupe

Fermín Revueltas: Alegoría de la Virgen de Guadalupe


En 1922, con 21 años, Fermín Revueltas era el más joven de los pintores que acudió a San Ildefonso para realizar un mural. Su formación transita entre la tradición y la modernidad; el bagaje obtenido en el país del norte, como en el Instituto de Artes de Chicago, lo llevaron a desarrollar una sensibilidad más cosmopolita e intelectual, reflejada también en sus ideas políticas y en la manera de ver a su país. Sus primeras obras dialogan entre el paisajismo evocador de la obra de Vincent Van Gogh y el estridentismo, gusto que compartía con su amigo Ramón Alva de la Canal.

Para tratar el tema de su mural tuvo que negociar con el espacio, tal como había hecho Alva de la Canal; pero mientras que este eligió la cruz como símbolo de la conquista religiosa, Revueltas seleccionó a la Virgen de Guadalupe como motivo central.

El Guadalupanismo surgió en la Nueva España no solo como una devoción religiosa más, sino como un símbolo que le permitió a los criollos construir una expresión identitaria. Curiosamente, tanto los criollos como los indios veneraban con la misma pasión y fe a la Virgen de Guadalupe, a pesar de que estos últimos fueron sometidos en nombre de su imagen. La Maravilla Americana, como fue llamada, desató un fervor que se reflejó en dos vertientes: el criollismo novohispano, de aires nacionalistas, y la fe de los indios que hacían procesiones y mitotes en honor a la Virgen del Tepeyac.

En los siglos subsiguientes, el guadalupanismo se vinculó más a lo indio y se convirtió en un símbolo aglutinador con el estandarte del padre Hidalgo, y más tarde en ciertas reminiscencias dentro del zapatismo, movimientos donde hubo incluso sacerdotes al interior de sus filas y muchos de sus correligionarios portaban su estampa en sus sombreros. En cualquier caso, el guadalupanismo distaba de la idea civilizatoria del siglo XIX o de la asepsia cultural característica de la corriente mexicanista que, por un lado, evocaba el pasado glorioso indígena, pero por otro, rechazaba al indígena, visto como símbolo de retroceso.

Dicho esto, Fermín muestra en su mural la imagen de Guadalupe como una construcción propia de identidad, que complementa la cruz de Ramón Alva a su lado. La cruz representa la llegada y la imposición del credo y de la civilidad en el Nuevo Mundo, mientras que la virgen constituye la representación de la cultura indígena que no desapareció, y que, por el contrario, se adapta y resiste a todos los procesos de dilución, transformación y negación.

En el mural de Revueltas, el culto a la Virgen de Guadalupe no distingue ni segrega a nadie: ante ella todos son iguales. Así, reúne imágenes de lo popular, del pueblo indígena y campesino. Colorista y vibrante, el mural representa a mujeres y hombres ataviados con rebozos y zarapes policromos, diseños redondos que evocan la estética y el canon del mundo precolombino; la inexpresividad de los gestos y el hieratismo en sus formas, reunido en los fenotipos y pigmentaciones dérmicas, no especifican a un grupo indígena: son la reunión de todo lo que se identifica como indígena.

La Virgen no se plasma con el ropaje tradicional, sino con tonos cercanos al resto de la indumentaria de la composición; esto con el fin de darle autonomía. Así, la virgen de Guadalupe que representa Fermín Revueltas personifica a la tierra, el eterno origen. Revueltas creó un modelo plástico de alteridad indígena, independiente de imposiciones ajenas, con la genuina intención de darle a la mexicanidad una religiosidad popular, donde el pueblo indígena y campesino tiene una relación sencilla con su credo y con su origen.

Mucho se ha dicho de la influencia que Rivera ejerció en los jóvenes pintores de San Ildefonso, pero el rostro del ángel que sostiene a la virgen es muy cercano en expresión al Cristo-Pantocrátor del anfiteatro. Sin duda, las sinergias son evidentes y nos permiten especular. Charlot refiere que, en diciembre de 1922, Diego había concluido casi todo su mural, “menos el nicho central y el friso”, que fueron terminados hasta marzo del año siguiente. Revueltas y Alva firmaron sus obras en el verano de ese mismo año, por lo que la Alegoría de la Virgen estaba ya muy avanzada. Puesto que ambos compartían una profunda amistad, podemos suponer entonces que la imagen de Diego Rivera tomó referencias de Fermín.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía:
  • Brading, David. La Virgen de Guadalupe. Imagen y tradición. México, Taurus, 2002.
  • O ‘Gorman, Edmundo. Destierro de Sombras. Luz en el origen de la imagen y culto de Nuestra Señora de Guadalupe del Tepeyac. México, UNAM, 2001.
  • Roura Fuentes, Alma Lilia. Olor a tierra en los muros. México, EDUCAL, 2012.

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