Maestros Muralistas | José Clemente Orozco: Conceptos de su obra pictórica [I]

José Clemente Orozco: Conceptos de su obra pictórica en San Ildefonso y en Estados Unidos
Primera parte

Al pasar por Laredo, Texas, fui detenido en la aduana americana y mi equipaje fue inspeccionado… después del examen fueron separadas y hechas pedazos unas sesenta obras. Se me dijo de una ley que prohibía introducir a los Estados Unidos estampas inmorales… la sorpresa me dejo mudo los primeros momentos, y después protesté con energía, aunque vanamente y seguí mi camino muy triste rumbo a San Francisco.


Fragmento del Diario de José Clemente Orozco

 


José Clemente Orozco, Prometheus, 1930, Fresco, 610 x 869 cm, 

Pomona College, Claremont, CA. 

Photography © Fredrik Nilsen



José Clemente Orozco realizó su obra mural en San Ildefonso durante dos momentos; el primero, de 1922 a 1924, y el segundo, de 1926 a 1927. Del mismo modo, el contacto con los EE. UU. tiene lugar en dos periodos, el primero previo a lo realizado en la preparatoria (en 1917) y el segundo después de concluir su trabajo. Su estancia en el país del norte se prolongará hasta 1934, cuando de nuevo regresó a México.


Después de su experiencia de la guerra en 1917, Orozco decide marcharse a los EEUU. En la aduana de Texas, de las cien acuarelas que llevaba, más de 60 fueron destruidas por ser consideradas obscenas. Su paso por San Francisco y Nueva York lo aproximaron a un mundo de arte y posibilidades amplísimo, a su vez que el pragmatismo y sentido global de ver las cosas propio de la cultura anglosajona fueron importantes: se ganaba la vida coloreando carteles de cine y al mismo tiempo conocía el arte de todos los tiempos en los museos de esas ciudades e intercambiaba opiniones con David Alfaro Siqueiros antes de que partiera rumbo a Europa.


En la Escuela Nacional Preparatoria, Orozco realizó series murales con alusiones de tipo humanista, la pintura que deseaba representar en cuanto a técnica había tenido su origen en otros tiempos y otras concepciones de las que participaría el mismo Doctor Atl; sin embargo, la guerra lo trastocó todo, incluso el pensamiento del artista originario de Ciudad Guzmán, al grado de partir al país vecino.


Su postura en torno al arte no fue de consigna ni de un nacionalismo exacerbado. Orozco apostó por una visión universal, con la que, a través del oficio y conocimiento de técnicas, pensaba hacer una contribución al arte de todos los tiempos. Con ello el arte mexicano se lograría internacionalizar, y a través de los conceptos del pensamiento filosófico —al menos de occidente—, harían de lo mexicano algo universal. Fue reactivo a la idea de que lo indígena solo fuese genuinamente originario, o colocarse en una postura de que el indígena se convirtiese en un obrero en que se sustenta la base del desarrollo de la identidad nacional.


Sin embargo, los tiempos convulsos de la post revolución lo llevaron a ser objeto de críticas, agresiones y denostaciones, como aquel desencuentro con las damas de la Cruz Roja, o las criticas acérrimas de los estudiantes y la opinión pública generalizada, que rechazaban lo creado en los muros de la preparatoria, situación que detonó en la creación del Sindicato Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores (SOTPE) con una clara consigna de socializar el arte.


Atrás quedaba el tiempo de hacer un arte movible y burgués para las clases privilegiadas, los postulados de su Manifiesto (diciembre de 1923), son el resultado del entusiasmos y convicciones ideológicas de los artistas ahí reunidos, cuya consigna fue generar un arte social, colectivo, lejos del individualismo. Era tiempo de apostar por un arte monumental para el dominio público, un arte que fuese motivo de orgullo y dignidad de un entorno social, la experimentación solo tenía que estar enfocada a las técnicas o procesos creativos y a la construcción de nuevos lenguajes y símbolos que detonaran en un arte para todos —al menos ese fue su espíritu—. Sin embargo, el tiempo y el mensaje, en lugar de dar pie a la reflexión y construcción, cayó en el ámbito de la descalificación y rechazo, al grado de ser Orozco obligado a dejar su labor pictórica junto con David Alfaro Siqueiros.


En aquel intersticio de 1925, conoce al señor Francisco Iturbe, quien le otorga la comisión de realizar un mural en el descanso de la escalera de su casa ubicada en la calle de Madero, mejor conocida como la casa de los Azulejos. Puede decirse que Omnisciencia —mural ejecutado en ese predio—, es la obra que enlaza lo realizado en San Ildefonso y con lo que realizaría al año siguiente (1926), pues en él deja ver su clara influencia del pensamiento teosófico, mientras que su trazo evoca lo ejecutado en la primera etapa: la paleta cromática elegida es la misma de los patios de la preparatoria.


Contactar con los círculos de intelectuales de nacionalidades tan diversas le permitió a Orozco reafirmar sus postulados e ideas, las  cuales expresó por medio del pincel para exponer la condición humana que hace al arte un lenguaje universal y para todos.


Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía:

  • José Clemente Orozco. Pintura y verdad. México, Catálogo de la exposición Antiguo Colegio de San Ildefonso, 2010.
  • Matute, Álvaro. La revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida cultural y política 1901-1929. México, Editorial Océano, 2002.
  • Orozco, José Clemente. Autobiografía. México, Era, 2007.
  • Ramírez, Fausto. Modernización y Modernismo en el arte mexicano, México, UNAM, 2008.
  • Roura, Alma Lilia, Olor a tierra en los muros. México, Educal, 2010.
  • Tibol, Raquel. José Clemente Orozco: una vida dedicada al arte. México, fce 2010.



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