Maestros Muralistas | La maternidad en la obra de Orozco y Siqueiros

La maternidad en la obra de Orozco y Siqueiros 

¡Universalicémonos! 
Que nuestra natural fisonomía racial y local
aparecerán en nuestra obra inevitablemente.
 
David Alfaro Siqueiros 


A principios del siglo XX, la noción del mestizaje en México, incluso en Hispanoamérica, fue leída desde una perspectiva eurocentrista del colonialismo europeo decimonónico, que exotizaba todo cuanto no contribuía al engrandecimiento de la cultura occidental. En algunos círculos intelectuales el mestizaje no solo era devaluado, sino que se postulaba la necesidad de su desvanecimiento cultural y racial como constructo identitario, bajo la idea de blanquear a las nacientes sociedades.


El muralismo vio en lo indígena el punto de partida, mas no el de llegada. Para Orozco, La maternidad que representó en el patio principal era un don que la humanidad recibe de la naturaleza. Aquella mujer blanca de cabello rubio que sostiene a un pequeño de ojos azules representaba lo sagrado: ¡Es la virgen María desnuda!, decía el público, no es una madre generadora de vida. De ahí el rechazo y la crítica que recibió.


Por su parte, en el cubo de la escalera del patio de novicios de San Ildefonso, Siqueiros hizo lo propio con su ejercicio de maternidad que terminó por ser una paternidad. Representó una tierra bajo la imposición de creencias occidentales como la de San Cristóbal, el portador de la cristiandad, quien carga a la fe simbolizada por un niño con la piel oscurecida por el sol, como al resto de los habitantes. Su rostro invisible corresponde a la patria de Siqueiros, pues ya desde su estancia en Europa tenía muy claro que los regionalismos no figurarían en su obra; es más, esa ausencia de rostro la replicó Orozco en el hijo de Cortés y Malitzin que se encuentra en el plafón de la escalera, un mural realizado en 1926 durante su segunda intervención.

A casi cien años de la realización de la obra mural en San Ildefonso, el tema del mestizaje recobra vigencia desde múltiples ópticas: nos permite reflexionar sobre un concepto aún latente, cuestionable y controversial, que da cabida a diferentes voces; sin embargo, en aquel entonces los espectadores no se identificaban con los murales.

La intención de generar un lenguaje plástico nuevo para una sociedad nueva no corresponde a un acontecimiento genuino de la historia de México, sino a un proceso recurrente de la humanidad. Hoy podemos comprenderlo mejor, pero no debemos olvidar que aquellos pintores, mientras dibujaban sobre los andamios, se enfrentaron a un contexto adverso que veía como simple ocurrencia la obra que sentó las bases del arte público vanguardista en Latinoamérica durante el primer tercio del siglo XX.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía:
  • Herner, Irene. Siqueiros, del paraíso a la utopía. México, Maporrua, 2001.
  • Matute, Álvaro. La revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida Cultural y política 1901-1929. México, Océano, 2002.
  • Roura, Alma Lilia. Olor a tierra en los muros. México, EDUCAL, 2010.
  • Tibol, Raquel. José Clemente Orozco: Una vida para el arte. México, F.C.E. 2009.
  • ___________. Cuadernos de Orozco. México, F.C.E. 2010.
 
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