Maestros Muralistas | Indigenismo en los murales

Indigenismo en los murales del Colegio de San Ildefonso

Sus lindas indiecitas sosteniendo pacientemente
cántaros en sus caderas o balanceando
bateas de laca en sus cabezas…
 
Dr. Atl

La Trinchera, José Clemente Orozco. Colegio de San Ildefonso


La representación de los indígenas desde el siglo XVI estuvo sometida a constructos que no favorecieron nunca a las comunidades y grupos originarios. Explotación, sometimiento e imposición fueron el trinomio constante en la relación entre los que llegaron y los que tuvieron que sujetarse al dominio; incluso se disertó sobre su naturaleza, pues, como si fueran infantes, se les consideraba incapaces de gobernarse. De esta forma, la construcción de su identidad estuvo limitada por una visión que los excluyó de todo.

En el siglo XIX, esta iconografía no pasó más allá del exotismo con el que siempre habían sido mirados los pueblos originarios y, además, se insistió en que la modernidad de un pueblo radicaba en el proceso de diluir lo indígena al momento de fusionarse con lo occidental. Con el triunfo de la Revolución, los campesinos debían ser atendidos en sus demandas de justicia social y reparto agrario, sin embargo, la visión de ellos mismos no estaba incluida en la identidad cultural, ni en el muralismo pensado por Vasconcelos. La mística originaria del pasado no correspondía con la realidad lacerante y depauperante del México posrevolucionario.

En El desembarco de la cruz, obra de Ramón Alva de la Canal, el tema atiende la imposición de una nueva creencia en tierras habitadas por pueblos con una cosmovisión disímbola: el artista representó el modo como Occidente miró a estos pueblos: como salvajes desnudos de cabellos ensortijados a la espera de ser educados para entrar a la civilidad. En contraparte, en la Alegoría de la Virgen de Guadalupe, Fermín Revueltas reunió a diversos grupos indígenas amalgamados en torno a la devoción de la imagen de la virgen, lo que simboliza el proceso civilizatorio consagrado.

Jean Charlot recurrió a la evocación de un pasado glorioso, constructo heredado por las crónicas. Sus indios condenados al exterminio no pierden la dignidad y majestuosidad con el que se forjó dicho pasado, portan atavíos y rostros dolientes con señales de tejido necrosado, a pesar de que portan penachos y lienzos coloridos; la sangre derramada en esa masacre será el nutrimento de las flores que entre sus manos simbolizan algo nuevo por venir: un renacer, su propia contribución a la historia.

Por su parte, Fernando Leal recurre a la mística de la devoción indígena que resistió y enriqueció los fervores de la religión impuesta. Luciana, quien aparece en Los danzantes de Chalma, es la encarnación del mundo indígena que tanto buscaban los muralistas, pues fue ella quien les abrió las puertas del México profundo.

Siqueiros representó a obreros y campesinos con overoles y botas. La negación a regionalizar su trabajo la mantuvo hasta el último momento de su estadía en San Ildefonso, sin embargo, el color de la piel de los obreros implica la idea de modernizar al campesino. Orozco tuvo la posibilidad de corregir e integrar en su trabajo referentes que van de Malitzin a las razas originales, donde la potencia de la genética indígena fue representada con dignidad y nobleza. Al mismo tiempo, en Los franciscanos, los indígenas son famélicos y miserables, pues, al borde de la extenuación, son auxiliados o aniquilados por la fe. La lectura es posible en ambas direcciones.

El pantocrátor de La Creación de Diego Rivera se muestra potente; constituye la síntesis de la creación y la posibilidad de la creatividad humana. En ese concierto de arte y virtudes, la tierra (representada nuevamente por la figura de Luciana) es una referencia de que todo parte de un ciclo.

Si bien los muralistas descubrieron que lo indígena no estaba considerado al inicio de su discurso, no impedía que al final estuviera presente, pues, como se ha dicho, se trataba de una búsqueda por construir un lenguaje con nuevas representaciones, en la que no hubo una discusión previa para entender que lo indígena era difícil de incorporar. Sin embargo, en su presencia había algo más valioso que al día hoy recobra importancia: su fortaleza para enfrentar lo adverso, una resistencia silente pero potente a través de los siglos.

Jonatan Chávez

Historiador y Coordinador de Voluntariado y Servicios al Público del Colegio de San Ildefonso.



Bibliografía:
  • Matute, Álvaro. La revolución mexicana: actores, escenarios y acciones. Vida Cultural y política 1901-1929. México, Océano, 2002.
  • Ramírez, Fausto. Modernización y Modernismo en arte mexicano, México, UNAM, 2008.
  • Roura, Alma Lilia. Olor a tierra en los muros. México, EDUCAL, 2010.
  • Tibol, Raquel. José Clemente Orozco: una vida para el arte. México, F.C.E. 2009.
  • ___________. Cuadernos de Orozco. México, F.C.E. 2010.

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